Bajo epitafios

Hoy es el día de los muertos, y el cumpleaños de una amiga, novia hace muchas décadas de un ex compañero y hermano mío por tradición; ella nace cuando todos se mueren... qué bonita historia de navidad.

Malditos feligreses festinadores de la repugnancia, nuevamente están celebrando lo que tanto temen, pero ahora con sus trajes felices, sin darse cuenta del concepto que tanto odian, porque lo han desfigurado ustedes mismos, con tradiciones de otros países tan esclavizantes como sus vidas mismas.

Es el día de mi familia, porque ya está casi toda felizmente muerta, y falta tan poco para que se completen las últimas víctimas, las de la tradición y herencia de los antiguos héroes y lideres del país. Me he vestido de etiqueta para salir a las calles a publicarlo y ovasionarlo, de manera tan amistosa y humanizada, sin recibir lamentablemente la misma respuesta... me han llenado de huevo y tocino.

Viudas y viudos, gente melancólica e individuos que sólo quieren recostarse en un campo de cadáveres, para así sentir la tan esperada tranquilidad de sus días, viajan a lo largo de todo el país, dejándose caer en todas las zonas rojas; es algo que me parece muy positivo y conmemorativo, proveniente de la emosión misma que materializaron en sus familiares, cuando aún seguían vivos, muchos de esos luchadores sin fronteras, construídos por el mismo material que ya no tienen, sin contar, de sus cuerpos que en la actualidad forastera están enterados de huesos sobre la escasez de carne podrida.

En el día 31 de Octubre del año 2002, dentro de la media noche, mientras muchos adolecentes y bebes adelantados; con sus tradiciones falsas y provenientes de otros países imperialistas que sólo buscan esclavizarlos por concepto; qué se encontraban en un trote fugaz, corriendo por las calles de la gran capital con sus disfraces provenientes de la cultura Norteamericana de la ciencia ficción, dedicándose al robo de dulces y calabazas vivientes; entre toda esta locura resplandeciente; había otro grupo de jovenes más adelantados en edad y condición, investigadores rebeldes, provenientes del rock and roll más amargo y violento, con la función de encontrar el epitafio más humorístico y el rostro muerto más añado, al límite de hacerlos vomitar o reír. Centrándonos en la vida de estos compañeros del humor negro, pero en el acto mismo de hacer humor, nos dirigimos junto a ellos a todos los registros moribundos de la ciudad, hablo de cementerios y cavernas veleidosas. Pasamos por los registros líricos más alocados, perturbantes, desfachatados y desdichados de la vida, sin dejar de lado esas caras de horror antes de morir, de risa pro fallecer o aquella tan recordada de ojos abiertos, ojos que no se cerrarían hasta que se los comieran nuestros gratos insectos. Cada paso que dábamos nos convertía en hombres más mortales a la posibilidad de la venganza de los que ya se fueron sin remedio. Abríamos tumbas, jugábamos con las partes más presuntuosas de los cuerpos animados, sin dejar de lado ni siquiera a los genitales o los cabellos lisos, ondulados y descabellados por producto de la calvicie.

Luego de esa noche de divertimento, todos nos miramos las caras con un miedo ancestral y sólo surgió una gran carcajada de media hora o algo así, porque habíamos encontrado una nueva manera para celebrar cada año a nuestros muertos, porque las visitas sólo habían sido para ellos, nuestras heridas humanitarias y luchadoras del pasado. Las aberturas de tumbas habían sido realizadas para abrazar y besar a los que nos habían dejado desolados y con lágrimas acumuladas por los años, que simplemente se transformaron en carcajadas de la nueva compañía.

Ahora tú decides la manera de celebrar el día de los santos, con disfraces y tradiciones de otros países o bajo los epitafios de tus ídolos a la eternidad.