26-04-2008

Descabezado en el metro


En el día de ayer, mientras esperaba a una mujer rubia y comunista, (cosa bien particular), dentro de la estación del metro Universidad de Chile, se provocó un accidente que nadie esperaba y todos tributaron con fotografías y gran emoción. Dentro del servicio público, uno de los más controvertidos del último tiempo, un señor mayor que bordeaba los ochenta años, cayó de manera imprudente, hacía el caro más veloz y tecnológico del país: se le rompió un fragmento de la cabeza, la que comenzó a sangrar esbozadamente, mientras nosotros presenciáramos al resto del cuerpo en estado de coma, entumecido por tal aberración inhumana. El resto del cuerpo desfragmentado, circulo ante nuestros ojos, a un par de pasos de nuestra inmutable visión, en una camilla congestionada de sangre, por los guardias de amarillo partidarios de poca cultura y capacitación asistencial.

En este preciso instante me cuestiono tal hecho, con un gran nudo en mi garganta, y por la persecución reiterativa de cadáveres en mi vida. No sé si el personaje deformado esté vivo o muerto, sólo sabemos que lo sucedido no es cosa de todos los días.

10-04-2008

La mujer de la hora


Cada día que se me hace tarde y llego apresurado al hogar, mientras se oscurece cada vez más, entre mis trotes fecundos, cuando las luces son sólo artificiales, me encuentro con la misma sorpresa, cada vez, de ver a una mujer robusta y de caminata extraña, dirigirse hacía mí presencia. A cada segundo se le ve más nítidamente con su mirada desbordada. Mi angustia es muy evidente, todo producido por el miedo que me promueve y que es muy posible que perciba. Siempre me ataca, por decirlo así, con la misma pregunta: ¿qué hora es?. Yo entre asustado y sin entender la razón de su pregunta, le contesto la hora promedio posible, sin sacar mi celular del bolsillo, por el miedo de que me golpee, me asalte, o pueda lucrar ante mi vida. Yo sé que no es correcto definir o temer a caras o situaciones, pero las actitudes de la mujer son tan particulares y enfermizas, que si la vieran me entenderían perfectamente. Luego de someterme ante tal riesgo mental, proveniente del temblor de mi organismo, la mujer siempre contesta lo mismo: bueno... tampoco me importaba saber que hora es.

Yo aterrorizado más por la respuesta que su propia imagen, me voy aún más apresurando, recordando que iba con retraso a la llegada de mi hogar. Siempre me pregunto lo mismo: quizás la mujer es común y corriente, y yo la analizo de mala forma a causa de mi miedo interno e incontenible. Quizás soy una mala persona por ponerme una coraza ante tal presencia, pero ella es así, simplemente un nuevo personaje alocado de la comuna de la florida... respectivamente de la Villa el Alba, el sitio en el que he desarrollado mi niñez, adolescencia y juventud.