Parecía ser una noche tranquila, como cualquier otra de las que se hubieran vivió en la ciudad de Santiago, mientras yo subía al interior de una micro de la locomoción publica, marcando mi tarjeta y viendo el rostro variado de las comunidades del interior de la maquina de guerra, como lo hago habitualmente para llegar a mi hogar, pero me encontré con la curiosidad de ver al lado del chofer, de pie y un poco tapado, a un travesti notorio, y no sólo para mí, sino que para todos los habitantes de ese hogar de cuatro ruedas. Había todo tipo de gentes y actitudes, ante la presencia del hombre reformado sexualmente, internado en su nuevo cuerpo de mujer. Todos eran muy curiosos al ver lo no acostumbrado de sus viajes nocturnos: gente con miedo, otros con rizas y enojo, postulando diferentes teorías ante la situación. Era bastante gracioso de mi punto de vista, ver como las personalidades, con caras y apariencias de todo tipo, de distintos puntos del traslado del micro bus, actuaban y comentaban la presencia de una persona como cualquier otra, pero con distinto cuerpo y experiencias particulares.
En el momento de la bajada de la personalidad deslumbrante y desorientada de los códigos sociales, en medio de una plaza de delincuentes y juzgadores, la gente aplaudió y pifió, creando una gran alabanza de oportunidades y tolerancia, pero todos sabían que a pesar de todas las opiniones personales y publicadas, la materialización del hombre en cuerpo de mujer, había provocado revuelo y una nueva experiencia para todos, fuera de lo común.
En nuestro país hay sucesivas perdidas humanas, de niños y ancianos, con importancia nula para la sociedad contextualizada como “sin intereses humanitarios”. Prefieren vender portadas de bustos perfectos y poco naturales, gente discutiendo y abofeteandose, la última copucha del romance de farándula, que anunciar búsquedas de seres o especies perdidas por ahí, (si son gente famosa o adinerada, con publicidad cuantiosa, todo eso cambia), propensas a la muerte obligada o a la violación provocada por genitales extraños y sucios de experiencia decadentemente violentista de virginidad.
Les contaré una historia que pareciera de una película de ficción, pero sin duda que es la pura verdad, no diré santa, porque no tiene nada de ello.
Dos padres supuestamente desesperados, los dos muy pechonios, comenzaron a organizar una búsqueda por la causa de la perdida de su propia hija, tan rubia de alma y cuerpo como ellos, la cuál no se encontraba en ningún sitio. Nada se ha logrado, ni por la gente de civil, ni por la policía, y menos, por las fuerzas especiales de todo el mundo. Se decidió hacer una campaña mundial, que llegó a investigaciones desde nuestro propio y alejado país, hasta el mismísimo planeta Marte, procesos promocionados gracias al acaudalado dinero que tenían los padres que actuaban como muy angustiados por el hecho. La foto de una niñita en Google, cada día se hacía más famosa, porque ni siquiera en uno de los buscadores más importantes de Internet la lograban pillar.
Los investigadores se cuestionaban muchas cosas, y entre esas, salió la duda para con los padres, porque si no se habían enterado del paradero de la niña al rededor de todo el mundo, y los únicos libres de búsqueda eran sus propios progenitores, ¿por qué no los investigaban a ellos?, ¿ por ser los donadores de vida simplemente?, esa no era la razón necesaria para no adentrarse en un final posiblemente escalofriante, ligado a los guiones más desquiciados de los mejores años del cine y el teatro.
El cuerpo había sido mutilado y puesto en una juguera, para la invención del líquido de la matanza. Había sido un accidente, en el que la niña había perdido la vida, pero eso no lo hubiera entendido la autoridad, por lo mismo la decisión de los rubios creadores y eliminadores de vida.
Si le dimos la existencia, ¿quién mejor para quitársela?, fueron las últimas palabras donadas, antes de ser apaleados por los padres sufrientes, con víctimas de menores familiares, al entrono de todo el mundo.
Sin duda, que en el día de ayer, se celebró el primer año de vida u aniversario, del exitoso y revolucionario, nuevo medio de la locomoción publica en Santiago: reconocido internacionalmente con altura de miras, como el microbus sin alas que debería volar (Transantiago); pero yo me pregunto, ¿quién habría pensado que iba ha funcionar tan exitosamente, y de manera tan comoda, este nuevo vehiculo social, para la gente de no tan buenos recursos como nosotros los ricachones?, es obvio que ni la mente más positiva y abstracta, o hablando de los mismos creadores de la magnifica materialización, lo hubieran creído así. Modificando la mentalidad del chileno medio, difícil pero superable, se fue logrando el avanze que todos siempre esperaron, tras largas horas de viajes, de calibres peligrosos, entre duras mañanas y conflictivas noches, pero finalmente se consiguió lo requerido: mayor seguridad para el cliente y el conductor, calles más limpias y en circulación, el buen ánimo de la gente de la caridad y las buenas costumbres, la baja de asaltos con violencia en los paraderos, y por supuesto, lo gratificante para la persona, la que sea su calidad, de tener una tarjetita Bip, en vez de una moneda toda roñosa... ¡esas cosas si que son las realmente importantes!.
Ayer estabamos todos muy felices, y aún lo continuamos estando, por el cumpleaños de la chanchita de blanco y verde; eso lo hemos demostrado con pancartas, bailes exóticos, litros de champagne, unos cuantos gritos para subir los ánimos, (que no son como los de borrachera), y una gran celebración, que no se detendrá hasta que se le acabe la pila al reloj, porque sin duda, que este nuevo método de locomoción, que lleva ya un año en pie, es mucho más avanzado de lo que en un día nuestras mentes llegaron a imaginar que sería. Mejor de lo creído e inventado, en ciertos momento, por cualquier persona propietaria de vidas claustrofobicas y tortuosas. Más allá de mejorar la vida de las personas, las hemos transformado y revolucionado, en dirección a la “wena onda”, dejandolos a todos incorporados, al interior de una alegria constante, que no termina hasta que sale el sol.
¿Usted qué espera?, ¡pongase la camiseta y cántele a Zamorano!
Hoy, luego del programa, me dirigí con un trio de personajes agradables a buscar los helados más cercanos que hubieran, y para la desgracia mía y del resto, no localizamos nada mas que una constante visita a casas de gente un poco marginal, diciendolo así, sin la intención de ofender a nadie. Cada vez que la lider, rubia y de un intento malogrado por comunicarse como "flaite", para intimidar a esos personajes, logrando sólo hacerlo con nosotros, pronunciaba una nueva dirección, yo sabía que a cada momento nos estabamos dirigiendo a nuevas y nuevas guaridas donde el asalto masivo es una regla y religión.
Lo cierto es que no encontramos helados en el camino, pero si encontramos a un señor mayor queriendo tirarse al Mapocho, y no con la intención de ser un nadador olimpico, sino, con la idea de dejar de existir. Nosotros ubicados en una de las calles más peligrosas del centro de Santiago, con un horario de cierre del metro, y un hombre queriendo suicidarse... qué cosa podría ser mejor. Era obvio que iba a poder ver un suicidio, sin la oportunidad de volver a mi casa, por el horario y la distancia de mi vivienda. Los medios de transporte son inexistentes para un hombre que vive en Puente Alto a ciertas horas de la noche.
Llamabamos y los volvíamos a requerir, hablo de los carabineros, para que se hicieran presentes y acabaran con todo este show urbano de la vida. Así nosotros quedaríamos libres para irnos a nuestras casas y descanzar, sin comida en el cuerpo ni las ganas de alimentarnos; pero parecía que nuestras suplicas eran aborrecidas por la fuerza pública, sin atención al ciudadano y sin contar, las horas de retrazo, hacía la salvación de un hombre sin ánimos de seguir en pie o tierra firme. Él prefería salpicar hasta morir.
Chicas en colapso, rostros de desesperación, y yo sentado en primera fila viendo el espectaculo, siendo fiel testigo de otro episodio de humor negro que la vida nos volvía a donar, dentro de esta catastrofica vida. Yo lo asumía simplemente, como si no fuera algo diferente a lo que pasa en cualquier día de mi vida, aunque la verdad, quizás era mi manera de reaccionar, porque todos sabemos que eso no es cosa de cada hora en la historia de alguién.
Finalmente el hombre no se lanzó al Mapocho, y se sintió humillado, como si hubiera sido utilizado por nosotros al ver su propia detención a manos de carabinado. Sus oyentes natos y compañeros, de tantos problemas catastroficos, del momento, eran los soplones de sus angustiosas determianciones.
Yo fui llevado a la plaza de Ñuñoa, para esperar asustado la micro que me dejaría aquí, escribiendo una nueva y estúpida columna de Internet.
Me parece bastante cómica la manera en que se interviene socialmente sobre la conducta de un sabiondo en el comportamiento y la necesidad del hombre, que denota las altas temperaturas y el cansancio de las personas, el sudor sin detención controlado, trayendo el medicamento mágico más necesario del momento, que se materializa en la forma de una botella, con el energizante natural - llamado agua - en su interior. Lo único que hace el hombre, descalificado como traficante, por la simpleza de sacar el elemento de un lugar no pagado con antelación, es repartir tras una módica suma, botellas de agua, dentro de los carros del metro, cosa que todos los participantes de esas caloríficas marchas nupciales sueñan y más de una vez, mientras el medio de transporte recorre las diferenetes estaciones o terminales. A cierta gente le aterroriza saber que hay un Robin Hood moderno, que le roba agua a los ricos y se la da a los sedientos pueblerinos de la locomoción pública, en rieles del tren de la tecnología chilena. El personaje en cuestion, es tratado como si fuera un traficante de drogas o fragmentos óseos... ¿quién los entiende?, en vez de amargarse y cuartar las posibilidades del trabajo de un hombre sano y luchador, arruinando su nombre, deberíamos felicitarlo y seguir su ejemplo, aprovechando que aquí hay agua ha diferencia de Somalía o la mayoria de paises de África, que ni recuerdos tienen de lo que son las cañerias llenas del líquido cristalino.
Sin duda que por aquí le seguiremos el ejemplo y el paso al muchacho de cuatro botellas por brazo.
