El primer cumpleaños de tantos que vendrán

Sin duda, que en el día de ayer, se celebró el primer año de vida u aniversario, del exitoso y revolucionario, nuevo medio de la locomoción publica en Santiago: reconocido internacionalmente con altura de miras, como el microbus sin alas que debería volar (Transantiago); pero yo me pregunto, ¿quién habría pensado que iba ha funcionar tan exitosamente, y de manera tan comoda, este nuevo vehiculo social, para la gente de no tan buenos recursos como nosotros los ricachones?, es obvio que ni la mente más positiva y abstracta, o hablando de los mismos creadores de la magnifica materialización, lo hubieran creído así. Modificando la mentalidad del chileno medio, difícil pero superable, se fue logrando el avanze que todos siempre esperaron, tras largas horas de viajes, de calibres peligrosos, entre duras mañanas y conflictivas noches, pero finalmente se consiguió lo requerido: mayor seguridad para el cliente y el conductor, calles más limpias y en circulación, el buen ánimo de la gente de la caridad y las buenas costumbres, la baja de asaltos con violencia en los paraderos, y por supuesto, lo gratificante para la persona, la que sea su calidad, de tener una tarjetita Bip, en vez de una moneda toda roñosa... ¡esas cosas si que son las realmente importantes!.

Ayer estabamos todos muy felices, y aún lo continuamos estando, por el cumpleaños de la chanchita de blanco y verde; eso lo hemos demostrado con pancartas, bailes exóticos, litros de champagne, unos cuantos gritos para subir los ánimos, (que no son como los de borrachera), y una gran celebración, que no se detendrá hasta que se le acabe la pila al reloj, porque sin duda, que este nuevo método de locomoción, que lleva ya un año en pie, es mucho más avanzado de lo que en un día nuestras mentes llegaron a imaginar que sería. Mejor de lo creído e inventado, en ciertos momento, por cualquier persona propietaria de vidas claustrofobicas y tortuosas. Más allá de mejorar la vida de las personas, las hemos transformado y revolucionado, en dirección a la “wena onda”, dejandolos a todos incorporados, al interior de una alegria constante, que no termina hasta que sale el sol.

¿Usted qué espera?, ¡pongase la camiseta y cántele a Zamorano!