22-03-2008

El hombre perdido


No tenía porque haberlo conocido, peor de alguna u otra forma fue así. Hablo de un joven de dieciocho años que vivía en la comuna de Macul, conocido ante mis ojos por un amigo en común. Era un hombre que vivía dentro de los excesos y desahogos vivenciales, promovidas por diferentes sustancias, aunque mucha gente critique a la gente por sus gustos y actividades, él era un hombre verdadero, sincero y sencillo, que a todos los que lo conocimos nos regalo muchas plegarias positivas de la vida... de la vida de verdad.

Un futbolista amateur, como quizás tantos más, pero con la cualidad de la pasión vertida dentro de su sangre, ligándola a cada participante de ese juego tan popular que a dado vueltas al mundo. Cada día que me reunía junto a él conocía algo nuevo de la vida, con conversaciones bien particulares, no de esas que se dan en cualquier lugar o con cualquier persona, siempre deducíamos nuevas teorías de la existencia, muchas sin finales y algunas otras con conclusiones claras. La simpatía siempre se dejaba notar por eso barrios conflictivos, en ocasiones, donde una simple palabra o gesto nos hacía abrir los ojos y entender que las cosa simples y esos momentos de apego y amistad son las cosas que siempre quedan sobre los otros fragmentos de posibilidades catastróficas.

El hombre del que hablo, falleció de la manera más horrible que uno pudiera dejar los patios vivos, en su patio de electrocución. Pero el murió en su mejor momento, donde por primera vez era más feliz y dichoso que muchas personas de su alrededor. En su nueva cama de madera, donde se abría una ventana para verlo dormido, aún se notaban las marcas del accidente mortal, y junto a esos reflejos del último sufrimiento, aún se dejaba notar su eterna sonrisa al viento de los no vivos o vivos, eso ya no es lo más importante, sino, que el siempre fue a ojos de sus amigos y cercanos un hombre ejemplar. Quizás el sabía su destino, por causa de la sensibilidad en estos ámbitos que le acompañaba, y quizás fue el hombre más feliz por el intento de viajar, conseguido, a una nueva esencia de realidad, donde quizás todos los pertenecientes a esa esfera saben lo que realmente es importante : los elementos más simples, de ser un eterno amigo de los huertanos del mundo.