The chilean halloween

Dulce o femicidio, gritaba con grandes ánimos el hombre más violento y humorístico del país... el vecino golpeador de mujeres y niños sin disfraz.

la caminata de pequeños duendes, vampiros, momias y marcianos a comenzado,
a través de las calles más pobladas de alta y baja felicidad,
(con ancianos alegres y amargados, que llenan de dulces o mísiles a los bien aventurados chicuelos del huevo reventado),
sin importar la trascendencia de tradiciones expuestas por pueblos tan lejanos,
y adueñadores del continente del Norte, sin miedos ni perdones propios,
porque nosotros nos hemos iniciado por el año novecientos,
con mascaras y fiestas sociales.

Hemos salido a las calles a saludar a los santos vivos y fallecidos,
y a los pequeños engendros de la sobredosis radical del azúcar deseosa,
con sus calabazas en manos ensangrentadas del juego nocturno,
y sus entumecidos cuerpos llenos del temor vulnerable,
por la hermosura de los disfraces más frondosos y arraigados en la cultura de la muerte en celebración santificada... el mejor episodio del show anual.

No sólo los niños encarnan la materia monstruosamente feliz de las marabuntas malogradas.