26-11-2007

¡Alegría! ¡Alegría!... qué inapropiado


Desde la primera vez que fui testigo de aquella frase, dentro del contexto que quiero hacer mención hoy, algo me decía que la oración junto al suceso acontecido, se veían un poco disparejos al unirse... bastante inapropiados de par en par. Me pareció estimadamente extraña aquella demostración de pocos principios, hecha por una persona que superaba por mucho mis años. La verdad es que la persona de la cual hablo, no es la única que ha cometido esta fragancia de imprudencia, también me he enterado de un sinnúmero de otros personajes que toman igual actuación. Es una costumbre antigua, dentro de las celebraciones o fiestas familiares y de amigos o conocidos.

Estaba sentado a las dos de la tarde, del día Sábado doce de Marzo, junto a toda mi familia, por la celebración del matrimonio de una prima. Era un almuerzo muy importante para nosotros, siendo todo el ambiente bastante grato y de una comodidad absoluta, no muy acostumbrada en la familia. Los jóvenes discutíamos con los adultos y los adultos nos enseñaban sus experiencias de vida, pensando que así nuestros próximo años de vida serían muy gratificantes en resultados de vivencias, para nosotros mismos y todo lo que se le debe demostrar a la unión sobre la mesa. Nada parecía poder ensuciar el gigantesco cuadro de la belleza familiar, tan abundante y unido, hasta que ocurrió el hecho en cuestión, que relataré a continuación:

Mis manos grasosas, tras coger fuentes de comida, pollo y todo tipo de carne, dejaron resbalar una copa de vino, claramente sin la intensión, aunque a nadie de la mesa le hubiera interesado tal perspectiva del hecho. Cayó quebrándose, he impregnando el mantel con el liquido color sangre, como si hubiera estado cristo revuelto por una liquadora sobre el circulo en reunión. La reacción de todos fue muy singular, algunos miraban con cara de odio, mientras otros comentaban el hecho de oído a oído, no eran olvidadas tampoco las carcajadas burlonas, hasta que llegó el personaje compuesto por la unión de muchos años sobre tierra, que con una expresión de felicidad comenzó a esbozar: ¡alegría!, ¡alegría!.

¿le habrá puesto alegre que se me haya caído el vino sobre todos?, ¿me verá como un sinónimo de felicidad y risa familiar?, ¿se pondrá alegre cada vez que alguien queda en vergüenza o sufre un accidente que le puede quitar la vida o la decencia?, o quizás... ¿quería apagar los ánimos ante tal accidente?... nadie lo sabe ni lo sabrá, lo único que sabemos es que ante un accidente lo menos que hay es alegría.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff te entiendo completamente! siempre me pasa con el té o leche, por lo menos cuando era más pequeña y la típica frase que salía de la boca de mi abuela era "¡Alegría! ¡Alegría!" no me quedaba más que mirar con cara de "ups" y limpiar aquella catástrofe porvocada por mí.
Adios Emilio!

sebastiancruz dijo...

tal vez aquella poco celebre frase no signifique que en aquel instante exista un momento de alegría, sino que evoque aquel sentimiento, sobretodo para el más afectado por tal catástrofe. más que mal alegría es lo que más falta cuando ocurren esos accidentes.

como sea ¡alegría alegría!

Anónimo dijo...

yo creo que se puso alegre porque la sangre de jesuscristo estaba sobre toda la familia unida.






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