El silencio imaginario

Yo me puedo imaginar al día en el que nos viéramos:
me imagino en un parque bello y acogedor,
frondoso en plenitud, cómo no haya otro,
con la magia de los infantes, corriendo y jugando,
mientras nosotros tendidos en el césped,
aprovechamos ese momento del silencio posterior,
al que tantos soñadores y cobardes le temen.
Temen estar tan vivos cómo muertos.

Yo te diría, y te volvería a repetir:
mira al cielo plagado de las linduras y especialidades,
qué parecieran habernos esperado hace siglos para maravillarnos;
las formas de las nubes son enigmas de la existencia,
inventan una poesía con el nacimiento de las estrellas,
y la luna siempre tan destellante... tan rotunda,
junto a la formación de esa naturaleza de gracia...
cayendo dentro de un conjunto de maravillas perfectas.