El reflejo disfrazado de amorío

Luego de haber caminado hora y tanto, luego de la felicidad de haber estado cerca suyo, apreciándola y disfrutando de su maravilla pura del ser; me encontré algo melancólico al recordar aquellos ojos en los míos, y a nuestros cuerpos, partes de ellos, rosarse junto al sentimiento que se desorbitaba si es que usted cruzaba palabra conmigo. La manera en que tomaba de sus delicadas y pulcras manos entre las personales, sin saber si mi persona lo hubiese merecido, sin olvidar aquella manera propia que tiene para hipnotizarme cuando guste, sin importar el lugar físico en el que nos hallemos. No puedo dejar de observarle y nombrarla con esa belleza pura, única, y creo que inigualable, aunque sea es de esa forma para mi simpleza de persona.

Si patie piedras al principio de mi largo camino en dirección a casa, fue porque no tuve la valentía de unir mis labios a los magestuosamente suyos; hablo de aquel símbolo mágico, físico y emocional-espiritual, inexplicable con palabras simples como las mías; Inclusive, mi caminar que se dejaba acompañar por llamaradas de sol incandescente, era la primera señal de mi separación ante su impregnación sustancial de la temporada llamada día. Debía volver a esperar para apreciar aquella hermosa melodía que me compone con cada frase y risa suya, que a veces también la siento y más mía que nunca.

Sin duda has sido un simple reflejo de la mujer más bella, para mi humanidad tan humilde y sincera. Aunque así haya sido mi existencia ante la suya muerta, siento que cuidándola, demostrándole mi sentir, sé que puedo volver a darle eso que llaman la imagen verdadera y carnal del vivir.