El canoso sincero

El día miércoles, recién pasado, participe dentro del público de un programa de televisión (via-x). En ese programa había un invitado, uno de esos que no se encuentran todos los días dando vueltas por la calle. Es un pre-candidato de las presidenciales 2010, que venía acompañado por su accesor de imagen y esposa. Marcelo Trivelli me pareció en algunas actitudes y dichos, bastante diferente al común del político conocido. Aunque habrá que recordar el rostro imborrable de su novia a la eternidad, luego de cada pregunta que efectuaban los animadores del programa juvenil. Entre diarrea y una mirada llena de rabia de alta sociedad, con ganas de que todo acabara tranquilamente mientras se le achicaban a cada momento más los ojos... hablo de la fiel conviviente del presidencial, cosa que no podríamos decir del hombre en cuestión.

Durante el programa se fueron esbozando dos técnicas del periodismo clásico, a los ojos del televidente. Por un lado el más humorístico, tenso y avasallador; y por otra parte, el más serio, esquematizado y humano. Mientras avanzaban los minutos y mis manos transpiraban pensando en mi posible participación, como me lo habían mencionado, y para lo que había ido con mayor intensión, las elocuencias y solturas aumentaban. El candidato ya había contado hechos de su vida personal, que no iban al caso, que podrían en el futuro perjudicarle o beneficiarles... dependiendo del modo en que se miren o juzguen los dichos tan naturales, para un ser común y corriente.
Las declaraciones estuvieron tan claras y a la vena, como asumir que a sus años de edad había consumido droga, o como se refirió el mismísimo, con su lenguaje popular, de haber "pitiado cuando lolo". Luego de ese clásico momento de la televisión chilena, don canas dudo al hablar sobre una falta al matrimonio, de esas que antes no se perdonaban y ahora se festejan. De manera muy inteligente señaló que esas son materias personales y no publicas.

Finalmente había llegado mi aparición, donde debía hablar de mi supuesta experiencia dentro de la delincuencia y la marginalidad, de manera graciosa y agresiva, como me es característico. Marcela, la productora, por la razón del tiempo y espacio, con un programa tan estructurado por la visita, dijo que simplemente preguntara algo... el tiempo se acababa. Con el nerviosismo de cualquiera que no trabaja en el mundo de la televisión y la presión de los segundos de la caja maldita (televisión), y más por el del personaje al que me dirigía, me decidí a tratarlo de cesante y hombre sin trabajo. Le consulte si sólo se encargaba de ser un pre-candidato o tenía algún cargo además, y me dijo que tenía proyectos y empresas... osea era un cesante con muchos ingresos.

Los hombres de la corporación semilla, (no de mariguana), que trabajan con el ex intendente, creyendo que yo era un joven de malos recursos y con problemas sociales, se acercaron a mí lado, luego del programa. Se pusieron de acuerdo en comunicarse conmigo por cualquier cosa por suceder, al mismo tiempo que podía apreciar el rostro de don Marcelo, hablando con su señora y una gran cara de preocupación. Pobre tipo habrán pensado todos ellos, y no saben que vivo mejor que muchos.

La televisión es un show de actores capacitados para disfrazarse de cualquier cualidad de la vida real, también es un show para la desenvoltura de dos maneras de animar y creo que también para las ganas de gobernar de un hombre con gran billetera y algunos buenos sentimientos.

El canoso Trivelli quizás tenga fallas como todos y sea un hombre cesante, quizás no me acomode su manera de ser, su manera de demostrar la preocupación y su simpatía diferente, pero la verdad es que es un hombre muy sincero que dijo sin miedo muchas de sus verdades.