02-06-2008

La calle fantasmal


La noche callejera aplicada en un lugar desconocido, luego de una fiesta hogareña de globos y serpentinas, es todo lo contrario a la paz de esa guardería amistosa de cuatro murallas. Uno no sabe el medio para volver a casa, ni hacia donde ir en esos interminables momentos desolados, ocultándose del frío con una cajetilla de cigarros y promoviendo la angustia de esos rostros desconocidos y maliciosos que se cruzan a cada instante. Los minutos pasan y cada vez todo se vuelve más peligroso, mientras el corazón no se detiene de latir violentamente al sentir por consecuencia el peligro de la agresión nocturna, de la que podría ser la perdida de la vida.

Ya no soy un pequeño adolecente a diferencia de mis acompañantes de la fiesta de fin de semana, que recientemente había concluido para mí. Me había decidido a marchar a altas horas de la madrugada por cortesía e incomodidad personalizada, pero no había asumido en esos breves instantes que me estaba sumergiendo dentro de los juegos que viven por el peligro.

Finalmente crucé en Transantiago por una Avenida de las más rusticas y mal paridas del sector en el que me encontraba, hasta llegar a uno de los cruces más conflictivos de mi propia comuna. Mientras miraba florecer el morado de mis nudillos, comencé a percibir que la espera por el vehículo que me dejara en casa sería eterna, sin antes, presenciar a la gente salida de celebraciones alocadas, con sus caras largas y las infaltables agresiones del lenguaje y las bofetadas.

1 comentario:

Chiara Luna dijo...

A mi tambn me da miedo la noche, sobre todo que piendo que para las mujeres es doblemente peligrosa, y por eso me quedo encerrada en casa jojojo

Cuídate pequeño saltamontes,

tienes alguna foto publicada?, me gustaria poder reconocerte asociando tu cara a los textos...

Saludos